No es por su media sonrisa. Ni porque arrastre cada sílaba de su nombre en silencio. No es porque me brillen los ojos con su luz y sus palabras, ni porque me bailen los dedos entre sus espacios. Ni por los trabalenguas y los laberintos. Ni porque me vuele el aire entre las manos. Ni porque me vea con los párpados cerrados y destape las mentiras de mis labios y mi espalda. Ni porque quiera romperme el pecho.
La verdad, es que creo que me faltan razones y me sobran motivos.
(y ya vuelvo para quedarme, espero)