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9 de enero de 2012

Luz Rojo Fuego.-

Tapió su vergüenza y se puso a romper las cuerdas de la guitarra con los dedos. Despacio. Y una media sonrisa en la cara. Preciosa. Estaba realmente preciosa. El escenario era único: ella sentada sobre una cama que no era la suya, el sol de Junio a punto de dar las buenas noches y su cuerpo a medio (des)vestir, escondiendo sus curvas tras las curvas de la guitarra. Casi hermanas gemelas. Acordes, clavijas y un orgasmo a punto de ser desatado.